En la pizza se encuentran los sabores, los perfumes, los colores de la naturaleza y toda la alegría del pueblo napolitano. Hacia finales del siglo XVIII, cuando los napolitanos añadieron el tomate a la masa de pan, nació la verdadera pizza; se convirtió en comida, merienda y tentempié, para ser amada igualmente por el pueblo y por los grandes señores, apreciada por los gourmet y por los paladares más simples.
Actualmente la pizza es universal. No hay lugar en el mundo donde la pizza no represente la Italia del sol, del mar y de la cultura culinaria. Sin embargo, solamente la pizza napolitana, gracias a la manualidad de la preparación de la masa, a la genuinidad de las materias primas y a la cocción en el clásico horno de leña, queda inimitable, blanda, gustosa, y bien digerible.